Vamos a ver. ¿Acaso existe alguna persona en este planeta que no haya oído decir a cualquier embarazada: «no deja de dar patadas, menudo cabezazo me ha dado». Y es que todos nacemos siendo futbolistas desde dentro hacia fuera. Aunque a lo mejor deberíamos decir que todos nacemos waterpolistas ya que nuestro juego en la «tripita» de nuestras respectivas madres se realiza en zona acuática.
Lo que pasa es que luego la vida nos cambia. El pequeño campo de fútbol que era la «tripita» de nuestras madres se convierte de repente en algo muy diferente. Y al salir lo primero que haces no es ver lo que te rodea. No. Lo primero que sientes es que te agarran de los pies y te ponen boca a bajo. No ves, pero sientes que, de repente el mundo al que has llegado está al revés. Y piensas ¿para esto he salido?. ¿Para ver todo patas arriba?. ¿O es patas abajo?. Y no solo eso. Enseguida una señora o señor, la que te tiene boca abajo te da un cachete en el trasero. Tu aguantas sin decirle nada, entre otras cosas porque aún no sabes hablar, pero por ganas de decirle cuatro cosas no sería. Y ante esa impotencia de no poder articular palabra solo te queda una salida: llorar. Y hacerlo a grito pelado para que se enteren todos de la injusticia que se comete con tu persona. Luego te enteras que el procedimiento es igual para todos los que entran en este mundo.
Es el primer grito como aficionado a la vida a la que acabas de llegar. De mayor no te acordarás de ese primer grito porque en los campos de fútbol lanzarás miles más, y ya con palabras incluídas. El caso es que nacemos ya con un grito de guerra para el que será nuestro equipo.
Pero antes de eso, y al poco de nacer, siguiendo la historia, nos llevan a nuestra habitación, con nuestra madre, y allí nos esperan más familiares. Están con los primeros regalos. Un balón de fútbol y una equipación del que será, por el momento, y sin elegirlo tú aún, tu primer equipo, que suele coincidir casualmente con el de la persona que te lo regala. Alguien suelta en la habitación: «¡miralo!, ¡el futuro crack del fútbol!». Tu no sabes de que hablan, porque entre otras cosas no oyes tampoco aún bien. Pero dentro de tí ya eres consciente de que has dejado el waterpolo en el que has estado parcticando 9 meses y en breve ficharás por algún equipo como aficionado al principio. Bueno, en breve no. Faltan unos cuantos biberones, chupetes y pañales que llenar, antes de que des las primeras patadas a esa bola que está junto a tu cuna.
por JOXEBI
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